Miguel P. Juárez, organist, harpsichordist Miguel P. Juárez, organist Miguel P. Juárez, harpsichordist gregorian

Ok

By continuing your visit to this site, you accept the use of cookies. These ensure the smooth running of our services. Learn more.

punchao

  • El Monacordio de Punchao

     

    Un clavicordio en la alta sierra peruana

     

     

    Monacordio 01.jpg

     

             En nuestro viaje realizado en enero de 2006 al Valle del Río Marañón, hallamos en el pueblo de San Luis, restos de un monacordio (clavicordio), consistentes en una caja en buen estado de conservación, pero sin cuerdas, y con una sola tecla. El mismo se encontraba allí, en un taller de lutería a cargo de la Organización Matto Grosso, pero el encargado nos comentó que el instrumento provenía del pueblo de Punchao. Una primera aproximación a las características del instrumento nos indican que el mismo podría ser obra del constructor de órganos Lorenzo Ycho, autor del realejo existente actualmente en el templo de San Roque, de dicha localidad.

             El clavicordio es un cordófono percutido accionado por teclado, probablemente derivado de un monocordio policórdico que existió en los siglos XII y XIII, según nos relata el musicólogo Curt Sachs en su Historia Universal de los Instrumentos Musicales (New York, 1940). Resalta claramente la contradicción de términos, en cuanto se entiende que un monocordio posee una sola cuerda, y según se alargue o acorte la sección vibratoria, esta sirve para producir varios tonos de la escala natural. Este principio es utilizado por los clavicordios ligados para generar tonos a distancia de grados conjuntos en una escala musical, es decir que una sola cuerda produce dos o tres tonos cercanos. En cambio los clavicordios llamados libres, poseen una cuerda independiente para cada nota, estos últimos cobraron un mayor auge a mediados del siglo XVIII, cuando el fortepiano comenzaba a desplazar al clave.

    Clavichord%20Punchao.jpg

             Las cuerdas se ponen en vibración por tangentes metálicas que las golpean al ser accionadas por las teclas, las palancas se encuentran ubicadas entre la tabla armónica y el encordado. El sonido producido por este instrumento es de escasa sonoridad, aún menor que el de una guitarra acústica moderna, pero dentro de sus límites es meritorio apreciar un rango dinámico que el ejecutante puede inferirle, muy delicado y expresivo, pudiendo emitir un vibrato (variación en frecuencia) sobre cada tono, al variar la tensión en las cuerdas, algo técnicamente imposible en los claves y pianos. Con todo, su función principal, era el entrenamiento de los organistas y clavecinistas, en Alemania, en tiempos de Bach, llegaron a construirse con dos teclados y pedalera.

    Monacordio 03.jpg

             El instrumento se hizo muy popular en toda Europa, debido a su bajo costo, pero difícilmente podía usarse para el acompañamiento de voces e instrumentos melódicos; tal rol lo ejercía el clave, espineta o virginal, de uso corriente para el bajo continuo armónico.

    El tono del clave es generado por el rasgueo de un plectro o uña que acciona transversalmente a cada cuerda, obteniendo así un sonido rico en armónicos, que le es característico. Por lo tanto, pertenecen a dos grupos de cordófonos claramente diferenciados en la emisión del tono, solamente coincidentes en el accionamiento de un teclado común a los órganos, claves y pianos.

    Monacordio 04.jpg

             Para información del lector, debemos advertir que el término clavicordio, fue utilizado en España como sinónimo de clave, circunstancia por cierto harto confusa y contradictoria con lo expresado anteriormente, pero así se lo menciona en casi todas las fuentes escritas, sobre todo en el transcurso del siglo XVIII. En la península ibérica, al clavicordio (llamado así en el resto de Europa) se lo denominaba monacordio, y desde el siglo XVI, el término tecla era utilizado genéricamente para todos los instrumentos de teclado, incluyendo al órgano.

             En tiempos coloniales en todo el continente americano, el monacordio gozó de una amplia difusión, hasta el punto que sobreviven varios ejemplares o al menos sus restos, junto a los órganos del mismo período. Los claves coloniales, en cambio, están prácticamente ausentes en América, los museos exhiben instrumentos europeos adquiridos durante el siglo XX,  y de constructores modernos.

    Monacordio 11.jpg